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El deseo

  • Foto del escritor: BC
    BC
  • 28 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

¿Vamos tras él? A pesar de saber que el deseo es, por definición, insatisfecho, en el mejor de los casos nos guía, es nuestra meta, nuestra promesa de felicidad. Pero el deseo no es lugar confortable, desestabiliza, irrumpe, domina, más que ir tras él, sucede. Hacemos verdaderas acrobacias para eludirlo, boicotearlo, imposibilitarlo, creándonos en muchos casos una gran extrañeza, ¿no era eso lo que buscaba?


Por incómodo que resulte a nuestra zona de confort, el deseo es lo que abre posibilidades en la vida, aquello que nos saca de lo cotidiano, de lo desvitalizado, del control. Qué paradoja...

Siguiendo a Lacan y su teorización sobre la función del deseo, podemos caer en la cuenta de que ser deseante es ser faltante, si nada me falta, nada busco.


¿Qué me falta, qué vacío deseo llenar?


Este significante, "vacío", como cualquier significante, puede tener varias acepciones y la de la física cuántica es asombrosa, es capaz de transmitir a través de la experiencia cosas tan sorprendentes como que un átomo cuyo núcleo estuviera situado en el centro de un estadio de fútbol, ¡tendría sus electrones girando a su alrededor a la altura de las últimas gradas! o que si compactáramos la masa de toda la humanidad, ¡ocuparíamos lo correspondiente a un terrón de azúcar! son metáforas fascinantes para pensarnos como vacío. Jaques Lacan postula la noción de un vacío real, lógicamente imposible, irrepresentable, justamente un vacío significante. Dado que el sujeto solo se realiza como significante -el sujeto es en el seno de una oración- velará esta imposibilidad lógica a través de su fantasma, estructura de marco que el sujeto colocará en ese vacío y lo propondrá como falta, agujero. El Objeto a dirá Lacan, es aquello que ha caído de la operación simbólica, la pérdida real que acontece al representar cualquier objeto, al nombrar cualquier cosa, el resto necesario que precipita la aparición de un sujeto. Este objeto que somos en lo real, resto, agujero, vacío, es justamente la causa de nuestro deseo.


La promesa de completud, de satisfacción plena, por estructura, no será colmada. Ese agujero es el motor de nuestra búsqueda.



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