La patología sexual
- BC

- 25 sept 2019
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Actualizado: 3 dic 2020
Parece difuso el límite entre lo normal y lo patológico cuando de sexualidad se trata ¿Hay una sexualidad "sana"? ¿Cuál es el criterio?
Arnold I. Davidson (La aparición de la sexualidad, 2004) arroja luz a esta pregunta. A partir de El nacimiento de la clínica, de Michel Foucault, Davidson rescata la historia de la aparición de la psiquiatría como disciplina independiente de la neurología y la patología cerebral. La evidencia de que la anatomía patológica no podía dar cuenta de los trastornos mentales introdujo la noción de la "desviación funcional", lo que permitió la descripción de nuevos tipos de enfermedades. En el caso de las enfermedades mentales no se hallaba daño alguno en el órgano responsable, el cerebro, y esto (nos) cambiaría totalmente la visión y la vivencia de la personalidad humana. A raíz de esta falta de evidencia de un correlato anatomopatológico cerebral, proliferaron nuevas categorías de enfermedades, como la perversión y la histeria.
Una desviación se define a partir de una norma: quedó fuera de toda discusión cuál era la función natural del instinto sexual, la procreación; toda sexualidad fuera de la misma entraría en la nosología psiquiátrica a partir del siglo XIX. Antes de esta nueva concepción de la funcionalidad normal sexual, estas prácticas eran abordadas desde la moral de cada época, no desde la medicina, se podría decir por tanto que antes del siglo XIX no existían ni la noción ni la experiencia de las "enfermedades de la sexualidad". Esta nueva forma de entender al ser humano cambió no solo la apreciación de los otros sobre uno mismo, sino la propia vivencia, cómo se concibe a sí misma y a su sexualidad cada persona.
Fue Sigmund Freud quien en sus Tres ensayos (1905) disocia el "instinto" (pulsión) sexual, de su objeto, esto quiere decir que no hay un "fin natural" para el instinto sexual, que no hay auténticas perversiones, derribando así las estructuras decimonónicas de la psicopatología sexual. A pesar de ello no dejó de utilizar la idea de perversión, como si no se hubiera dado cuenta de la ruptura conceptual que había creado. Davidson explica que ciertos automatismos en las actitudes tienen una durabilidad, una temporalidad lenta, que a veces no encaja con los rápidos cambios de la mutación conceptual; los hábitos mentales de Freud no se correspondieron con el alcance de sus tesis.
El tiempo ha jugado a favor de la evolución de la mentalidad y el desprendimiento de prejuicios en el ejercicio y teoría psicológicas. Se podría decir que el límite de lo patológico en lo sexual lo hallamos ahora en las ocasiones en las que existe excesiva angustia o cuando la práctica de determinada conducta sexual se realiza de forma involuntaria por alguna de las partes y/o afecta nocivamente a las personas que lo practican o a la sociedad en general.
A pesar de que no afirmemos que existe una función natural de la sexualidad, estos planteamientos calan y están presentes en la cultura como probablemente siempre lo han estado los discursos acerca de la sexualidad en cada época. Posiblemente porque la sexualidad plasma lo inquietante que nos resulta desconocernos a nosotras/os mismas/os.

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